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Revista Filipina
Segunda Etapa. Revista semestral de lengua y literatura hispanofilipina.
Invierno 2021, volumen 8, n
úmero 2

SECCIÓN HOMENAJE A EAL
PDF: Sobre Edwin Lozada por D. López


EDWIN LOZADA, UN HOMBRE DEL
RENACIMIENTO EN SAN FRANCISCO

DAISY LÓPEZ

Conocí a Edwin Lozada a través de Andrea Gallo, un estudioso italiano amante también de lo hispanofilipino. Éste había sido instrumental y contribuyó decisivamente para la publicación de mi poemario, que fue un vínculo que, por así decir, me unió con Edwin Lozada.
….En 2010, cuando me preparaba para un viaje a los Estados Unidos, Andrea me sugirió que me pusiera en contacto de antemano con Edwin para quedar. Por mucha ilusión que me hiciera conocerle, no podía llevar a cabo inmediatamente la sugerencia, ya que viajaba con algunos familiares y llevaríamos un itinerario poco fijo y de locos, como los Harlem trotamundos, recorriendo desde Nueva York a Chicago, Wisconsin, Minnesota, Los Ángeles, luego a Canadá y, yo sola, a México, tanto que no sabía cuándo y cómo comprometerme a una cita con Edwin.
….Pero en abril de 2010, a unos días antes de mi partida de Manila, me llegó un email de Edwin, el primerísimo que recibí de él. El correo… muy correcto, muy amable:



Estimada doña Daisy,

¡Felicitaciones por su libro de poesía!
Acabo de recibir un correo electrónico de Andrea Gallo informándome de su visita a California.
Si usted viene a San Francisco, me gustaría invitarle a cenar.

Saludos,
Edwin Lozada

[y aquí dejó su número de teléfono]

….Ahora, a una década de aquel correo, releyendo este y los siguientes primeros emails, me entra una especie de repelús, pero de lo humorístico, al constatar lo formal y solemne con que nos tratábamos Edwin y yo en nuestro primer intercambio de correos.
….El caso es que, ¿quién podría desatender una invitación así, tan cordial? Además, de un escritor destacado, nada menos que uno de los directores de Revista Filipina y el presidente del Philippine American Writers and Artists (PAWA).
….Logré acercarme a San Francisco y conseguimos encontrar un huequecillo común para quedar en el área de la Bahía, Civic Center, en frente de la biblioteca central (100 Larkin Street), al lado del Asian Art Museum. Luego pasamos a un restaurante español, lugar adecuado en reconocimiento de lo que nos unía en ese encuentro: la lengua española, la letra y la cultura hispanofilipinas.
….Esperaba ver un típico “Fil-Am boy”, un mestizo. Antes, hasta me imaginaba, por lo bien que hablaba y escribía en español, que tendría un padre latino, o tal vez una madre latina.
….Acto seguido, me enteraría de que ambos sus padres son filipinos. O sea, Edwin es filipino. Se declara, además, ilocano, de La Unión. Y vive en los EE.UU. desde que tenía 10 años…
….Desde el primer instante, Edwin se mostró simpático y jovial. Es conocedor de una variada gama de temas, pero no es del tipo que espanta o condena, ni hace desaparecer a su interlocutor enviándole a hundir en su complejo de inferioridad. Es un buen comunicador y de una vivacidad natural, lejos de aparentar un sabelotodo llamativo y efectista. Todo en él inspira confianza y verdaderas ganas de escucharle y entablar conversación con él.
….Hablaba rápido… pero sin comprometer la claridad.
….Hablaba un inglés perfecto, sin que se notara que es filipino, algo quizás normal, seguramente porque lleva ya años en los Estados Unidos.
….También hablaba un tagalo perfecto, algo que me causó una grata impresión, sin ningún tinte de acento yanqui, a pesar de llevar décadas en tierra norteamericana, a diferencia de algunos compaisanos que conozco, que —o bien sin querer, o bien aposta y sin cuidado, y por varias razones— se olvidan de su lengua materna al cabo de un par de años de desplazarse al extranjero.
….Ni qué decir, seguro que habla un ilocano perfecto también.
….Y, repitiendo lo dicho, hablaba un español perfecto. Cuando le comenté que me había imaginado que nació hablando —o llorando— en español, me dijo: ¡qué va!
….Su personal encuentro con el español fue un episodio tardío y accidental. Estaba en el noveno grado de sus estudios, que en aquella época fue el último año de junior high school y que actualmente equivaldría al freshman year de la escuela secundaria. El currículum le daba la opción de matricularse en una lengua extranjera y, para esto, Edwin escogió el italiano. Siendo un alumno aplicado, durante la vacación previa al curso académico, quiso adelantar lecciones en italiano, estudiando por su cuenta. En el primer día de clase, se avisaba que, desafortunadamente, la clase de italiano había que disolverse por no tener el número suficiente de alumnos matriculados. De ahí, Edwin se vio forzado a trasladar a una clase de español, una mudanza gracias a la cual hoy en día leemos unas joyas literarias en la lengua de Cervantes, a cargo de un talante que hace todo a su alcance para ayudar a mantener viva la tradición de letras en español escritas por filipinos.
….Así sucedió su aproximación inicial con el español, aunque antes de esas clases formales, él confiesa haber hojeado de vez en cuando las páginas de un libro de texto de español que su hermana mayor tenía cuando estudiaba español en Filipinas.
….Antes de proseguir, quisiera relatar aquí una anécdota salerosa que pasó durante su primera clase de español. Estaban hablando de la familia, la casa, etc., y salió la palabra cocina, que Edwin pronunció al estilo italiano, la lengua por la que venía preparándose, y así dijo cochina /koˈtʃi na/, haciéndole reír a carcajadas al profesor, por semejante “disparate inocente”.
….Trascurridos unos años, el alumno fortuito de español se convertiría en profesor de la misma lengua, durante más de tres décadas, en distintos centros docentes en California: Wallenberg High School, International Studies Academy en San Francisco, Mills High School en Millbrae, Phillip and Sala Burton Academic High School en San Francisco, y finalmente en Woodside High School en Woodside. Este último lo considera su hogar, donde enseñó durante dieciocho años a casi todos los alumnos y en casi todos los niveles, jubilándose en 2016, después de impartir clases de lengua, literatura y cultura, sin duda de modo entusiasmado y dejando huella en sus alumnos.
….Fuera de las aulas, ha seguido con el empeño de promover y mostrar el talento artístico filipino. A través de PAWA, del cual es presidente, quiere recordar al filipino-estadounidense la importancia de volver a sus raíces, y de crear a través de esas raíces.
….El prólogo de Field of Mirrors (2008) resume la labor infatigable que lleva a cabo Edwin Lozada “para mostrar la creatividad y el talento de los escritores filipino-estadounidenses a través de publicaciones”. En las obras, “reflexionamos sobre nuestra identidad y, en algún momento, llegamos a comprender quiénes somos, y el papel que juega nuestra herencia en nuestras vidas y nuestro trabajo”.
….Esta antología Field of Mirrors, que recoge el trabajo de setentaiún filipinos residentes no sólo en California sino en los confines más allá de su propio estado, es la tercera de una serie de antologías de Philippine American Writers and Artists, Inc. Va precedida por Reflections: Readings for the Young and Old (2002) y Whisper of the Bamboo (2004).
….Después de nuestra reunión en 2010, Edwin y yo no dejamos de estar en contacto. Por supuesto que desde hace tiempo abandonamos las expresiones solemnes y ya nos tuteamos. Cada vez que viene a Filipinas, procuramos vernos para un almuerzo, o una cena, o una merienda con otros profesores, escritores y amigos. Y cuando yo podía volver a los EE.UU., también quedamos un par de veces. En 2015, me encantó que fuéramos a ver en Strand Theater una obra de teatro que se llama Monstress, basada en los cuentos de Lyslie Tenorio, un autor filipino americano, y producida por el grupo American Conservatory Theater (ACT) compuesto por actores filipinos y americanos. Se trataba de un poderoso melodrama sobre la vida de los inmigrantes filipinos en los Estados Unidos y su lucha por adaptarse a la cultura y la sociedad de su nueva tierra.
….Entre visita y visita, Edwin y yo nos vemos a través de Facebook, por lo que me pongo completamente al día de sus muchas actividades. Sigo siendo testigo de cómo trabaja para la comunidad filipino-americana, ampliando su círculo de contactos y compartiendo experiencia con personas increíbles, solidarias, talentosas y generosas, tanto en PAWA como en otras organizaciones culturales y artísticas en San Francisco y sus alrededores.
….Edwin Lozada alienta al compaisano a la creación personal, al mismo tiempo que quiere mostrar e informar al mundo la belleza de esta cultura nuestra. De ahí, organiza una variedad de actividades para exaltar a los artistas o para inspirar a nuevos artistas, o simplemente para reunir a los filipinos en América a celebrar o, simplemente, sentirse bien con los kababayan.
….Su agenda está llena con eventos varios: presentaciones de libros, concursos literarios, campañas de recaudación de fondos para apoyar a escritores, programas poético-hispanofilipinos, lecturas de poesía; también organizó una exposición de tejidos de distintos grupos etnolingüísticos filipinos, festivales para celebrar el Día de la Independencia filipina, una proyección de la película Heneral Luna con una charla con el actor John Arcilla, que acaba de ganar el «Premio al Mejor Actor» en el 78.º Festival de Cine de Venecia. Una vez estando en FB, me dijo Edwin: “Me tengo que ir, voy a llevarle a John Arcilla al aeropuerto”.
….Edwin Lozada no para. Es infatigable.
….En una sola tarde de breves horas, conocí con admiración a este hombre renacentista que, aparte de profesor, escritor y traductor, es también cantante, bailaor flamenco, concertista de piano capaz de pasmar a su público con el “Allegro de Concierto” de Enrique Granados. Sobre todo, es un amante de lo hispanofilipino. Porque es filipino.
….En 2017, en una pequeña “ceremonia” en el Consulado General de Filipinas en San Francisco, se le concedió la readquisición de la ciudadanía filipina. Con esto se cierra el círculo.