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Revista Filipina
Segunda Etapa. Revista semestral de lengua y literatura hispanofilipina.
Verano 2022, volumen 9, n
úmero 1

BIBLIOTECA
PDF: Poesía de J.P. Katigbak

SELECCIONES POÉTICAS DE
JOSÉ PETRONIO KATIGBAK

EN TUS OJOS

“En tus ojos, Amalia, se refleja
El sentimiento que tu pecho anida,
Y por eso es una hoja de tu vida.
Cada mirada tuya que se aleja.”

“En ellos descubrir igual se deja
Cuando feliz, el gozo te convida
Y el amor en tu pecho se desbrida,
Que al lanzar tu pasión amarga queja.”

“A veces echa vívidas centellas
Hechos un par de soles coruscantes;
Pero a veces son lánguidas estrellas.”

“Y en fin, odio, placer, celos amantes,
Allí se asoman; pero siempre bellas.
He visto tus miradas rutilantes.”


(Solís.
Hamlet, p.61)

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FLORES MARCHITAS
(Elegía)

Con ánimo expirante
Y ojos opacos, turbos por el llanto,
Miro unas flores secas y amarillas
Con plegadas y ajadas campanillas.
Las que dicha y encanto
Para mi fueron en pasados días…
Las toco…y ¡ay! con aflicción profunda
Al oprimirlas oigo un crujir áspero
Como cuando borrasca
Agita plañidera a la hojarasca
De un bosque esqueletoso
En invierno desierto y tempestuoso
Con mano temblorosa las acerco
A mi olfato las cárdenas, hirsutas.
Míseras florecillas;
Pero…y ¡ay! ha bañado mis mejillas
Amargo hiel de llanto
Que las flores enjutas
A polvo y vela olían…!
¡Formas inertes de esperanzas muertas!
¡Ay, pobres florecillas!, hubo un día
En que húmedas y hermosas lucisteis
En el ebúrneo pecho de mi amada;
¿Porqué, decidme, tan fugaz perdisteis
Vuestra alma lozana?
¡Ay! lo comprendo. Vuestro ardor latía
En aquel límpido pensil carnoso
Que allí entonces ardía
El calor de un erótico verano
Más hoy, invierno frio,
Cubrió de nieves aquel campo hermoso
Y con vosotras el ensueño mío
Huyó ya para siempre,
Y los días del tiempo venturoso.
¡Flores marchitas! Lamentad conmigo
La ausencia de mi dueño
Quien frescor os brindaba y a mi ensueño
Aire, alegría y vida
Al miraros, os lloro,
Porque perdisteis vuestra donosura
Vuestro perfume y vida,
Porque resucitáis sueños que adoro
Una mujer y edad que no se olvida
Pero también llorarme
Joven marchito en flor de su existencia
Sin ilusiones, sin quietud ni gozo,
Que encuentra su consuelo en el sollozo,
Su risa es el reír desesperado,
Y halaga su ofuscada fantasía
La sola fe que ha de llegar un día,
En que su hondo quebranto
Sucumbirá con su cadáver frio
En el hoyo fatal de un camposanto.



(El poema fue publicado en el periódico Columnas Volantes
de la Federación Malaya
del número del 2 de julio 1899.)


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HE SUFRIDO…ÁMAME


“Cual mariposa de celestes galas
Coqueteaste con aire seductor,
Y al mirarte prendiéronme tus alas
Y desde entonces yo sentí el amor;”

“Tú me robaste desde aquella fecha
El sueño, la alegría, y el candor,
Porque me sentí herido de una flecha,
Y otros ensueños tuve mi sopor.”

“Niño aún tu sombra, loco perseguía
Pues me atraías tu como un imán,
Y al acercarme a ti me estremecía
Y en mi pecho flameaba ardiente afán.”

“Llantos tristes vertieron ¡ay! mis ojos,
Cuando me desdeñaste alguna vez
Y me rodeaste de dolor y abrojos;
Cuando huiste de mi con esquivez”

Por ti perdí mi angélica inocencia
Porque soñé en tu seno descansar,
Y, latiendo el amor de efervescencia,
Un beso en tus mejillas estampar.”

“Yo soñé en el aljófar de tu boca
Mis ardorosos labios refrescar,
Y muy cerca de ti con ansia loca
Tu oloroso y suave hálito aspirar.”

“Mas, me despierto…y la luz del día
Ahuyenta la ilusión que fue feliz,
Y el alma triste, en lúgubre agonía,
No pude extraer su pena de raíz.

“Más en vano, que cuanto más forceja
Más se enciende su amor y su ilusión;
Y llevando…llorando ¡ay¡ se deja
Devorar de su bárbara aflicción.”

“Entonces corro a la ruidosa orgía
Para encontrar mi dicha y gozo allí,
Mas ¡ay! do tú no estas no hay alegría,
Ni tiene mi alma dulce paz sin ti.”

“Y ya que con frenético delirio
Ansié mil veces tu alma poseer;
Y ya que experimenté por tu amor, su martirio.
Desvelos, ansias, cruel desfallecer.”

“Y ya que me robaste la inocencia
Cuando apenas radiaba mi razón,
Embriágueme el perfume de tu esencia
Y me inflame el ardor de tu pasión.

(Solís. “Hamlet”, p.60-61)


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LA CRUZ ROJA


“Cual la rosa que impregna su broche
De perfume y color en Abril,
Así al libre esplendor de mi Patria
La humilde tagala se yergue a lucir.”

“La engalanan aromas y flores,
Cielo y prados le causan dulzor,
Fuego y lavas le dan mil volcanes,
Mil aves la ensayan cantar el amor.”

“Mas doncella tan tierna y hermosa,
Venus y Hero en belleza y ardor,
No es, no, sierva del loco albedrío,
Es Patria esperanza que el cielo alumbró.”

“Ruge cerca el combate sañudo
Ríos de sangre se ven agitar;
Y doquiera que gima un herido,
Ahí corre una dama su pena a calmar.”

“Llanto triste se agolpa en sus ojos
Al mirar tanto duelo doquier,
Y un ¡ay¡ huye fugaz de sus labios,
Y un rezo se siente a Dios ascender.”

“Sus ternuras enjugan la herida
Del valiente que al suelo cayó;
Y así en sus brazos, sangriento,
En vuelto entre preces su ser vuela a Dios.”

“Reclinada en el borde del lecho
Le adormece entre cantos de amor
Los lamentos extingue su afeito,
El llanto y la angustia su tierna pasión.”

“Y revive el soldado a sus cantos,
Confortando por férvido afán,
Los vendajes arroja al momento,
E intrépido corre de nuevo a luchar.”

“Aquel fuego de ojitos gachones,
Y aquel mismo sabroso de hurí,
La sonrisa de aquella morena,
Se agolpa en su alma, le obliga a morir.”

“¿Quién la dulce visión del doliente,
El ardiente aguijón del valor,
Quién la gloria, la dulce esperanza,
Que enciende las almas que encona el rencor?”

“¿Cual la estrella brilla en los cielos
Y señala la orilla del mar,
“Quien así, oh mi Patria conduce
Tu paso a tu ansiada, feliz libertad?”

“Es la Cruz Roja, espléndido coro
Que formaban belleza y virtud,
Grupo de hadas en nubes de espumas,
Legión de querubes de rosa y de luz.”

“Es la Cruz Roja néctar divino
Que consuela e infunde valor,
La alborada y la luz de esperanza,
Que en noche turbada mi Patria alumbró.”


(El número del periódico Columnas Volantes donde apareció
este poema de Katigbak no está disponible pero este poema
fue publicado en el libro de Max Bernard Solís.
Véase, Solís, “Hamlet.”
Columnas Volantes
de la Federación Malaya
, 49-50.)


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LA LIBERTAD DE LIPA

Rompióse el fuego…y con hastial fiereza,
Se arremeten con hórrido fragor;
Y ardiendo en ira y ávidos de proeza
Hiriéndose entre ruinas y pavesa
Corre la sangre con ardiente hervor.

No luchan hombres; luchan carniceros,
Echando llamas de rojizo metal,
Y por doquier vénse fulgurar aceros
Blandidos por nervudos brazos fieros,
Al empuje de cólera infernal.

Y en medio del furor que ya encendiendo
Los ánimos henchidos de rencor,
Chilla el arnés, brama el cañón horrendo,
Silva el fusil y a su agudo estruendo,
Contesta un muerto, ronco estertor.

Se hieren y matan con tal furia impía
Que el viento gime a cada golpe atroz,
Y entre esta tormentosa algarabía
Ennegrécese de humo el claro día
Y el monte repercute su honda voz.

El uno altivo sostener desea
Pueblos que a nuestros padres usurpó;
Y el otro que ensangrienta la pelea,
Siente un ardor que el corazón flamea
Y es sacra libertad que aquel holló.

Once días la sangre borbotando
Su acre olor la batalla embraveció;
Igual que el Aquilón el mar alzando
Montes y abismos de cristal chocando
Cambiar el mundo en caos pareció.

Mas; ¡qué hay! ...en un momento
Se apaga todo ruido
Y hasta el ronco bramido
Del terrible cañón,

El sol va apareciendo
Va apareciendo el cielo
Y huye el humo del suelo
En torva confusión.

Todo vuelve al silencio
Vuelve a nacer la calma
Y la quietud del alma
Y la tranquila paz.

Se alegra el horizonte
Se aquieta el pensamiento
Se aduerme el sentimiento
Y se siente solaz.

No más humana sangre
No más esos clamores
Y esos tristes fulgores
Que el odio levantó,

No más sangre ni muertes
No mas fieros rencores,
Y con nuevos fulgores,
Nuestra aurora surgió.

Pero esta calma
Que antes acalla
Fiera batalla
Hoy se turbó.

Y otros rumores
De lejos vienen
Que acaso apenen
Al corazón.

Mas, no. El aura
Que ahora vuela
Ya nos consuela
Con su rumor;

Porque nos trae
La vocería
De la alegría
Que hoy estalló.

¡Ah!...cayó el déspota y cayó el frailismo…;
Cayeron con sarcasmo y maldición;
Y un pueblo joven tras luengo ostracismo
Encumbróse lanzando radiación.

Cesó la lucha; y de la cruda liza
Surge Lipa bañada de esplendor,
Cual un día surgió de su ceniza
El fénix respirando almo vigor.

Rozagante hada orlando piedras finas
Y nimbada ostentando pulcritud
Y flotando entre nubes diamantinas;
Así eres Lipa tras tu esclavitud.

Y hoy que esta fecha nos recuerda grata.
Luce hoy alhajas y albo chal de plata
Y brisas y aves formen serenata
Con los suspiros que te envía el mar.
Vuelva la fama y su áurea trompeta

Pregone de un confín a otro confín.
Tu ansiada dicha y libertad completa.
Y por ti el plectro vibrador del poeta
Notas exhale de canción sin fin.

Luce, luce hoy, tus clámides mejores
Que formaron tu sola fama ayer
Y el placer estallando entre clamores
Y al son de las campanas y a tambores
Tus delirios anuncien por doquier…

¡Pero no sea tu gloria transitoria…!
Luce, mientras vivir libre, es triunfar.
Mas; si el eco marcial llega a ti horrendo
Y tu suelo arda a su incendiario estruendo
Sepas ¡oh Lipa! el hierro despertar.


(El poema fue publicado en el suplemento extraordinario
del periódico
Columnas Volantes
de la Federación Malaya
(18 de junio 1899)
en conmemoración del 18 de junio 1898,
la fecha histórica de la toma
por los libertadores revolucionarios filipinos
de la Plaza de Lipa
desde la tropa española.)


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TRIUNFO


La vi recostada a la sombra del bosque
Durmiendo en la hamaca la plácida siesta,
Mereciéndola el sueño melíflua orquesta
De céfiro y ramas en blando rumor.

Sus rojas mejillas, su pecho de nácar,
Sus crenchas undosas que al viento deslizan,
Potentes y dulces mi espíritu hechizan,
No engendran empero, la llama de amor.

Aquella tagala traspuesta en el bosque,
De nuevo la admiro en alcázar pomposo;
Espléndida reina de tipo garboso.

Resbalan sus plantas al son de la danza,
Sus rítmicos giros el alma obsesionan,
Sus gráciles gestos mi vista ilusionan,
Pero, ¡ay¡ no despiertan mi férvido amor.

Salpican su pelo jazmines y rosas;
Prodiga palabras de ardiente cariño:
Hablándome entonces cual cándido niño,
Mas un alma no quiso a su yugo admitir.

En cambio una tarde la veo modesta
Sentada en la cama de un mísero herido,
Le cura sus llagas con pecho encendido
De patrio entusiasmo, de fe y caridad.

Y entonces la adoro, la acato y admiro
Cual ángel bajado de célica altura;
Pues vi que del cáliz de aquella flor pura
Virtud exhalaba fragancia sin par.

(Solís. “Hamlet”, p.61-62)