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Revista Filipina
Segunda Etapa. Revista semestral de lengua y literatura hispanofilipina.
Invierno 2022, volumen 9, n
úmero 2

BIBLIOTECA Y ACTUALIDAD


ENTREVISTA CON JORGE ORDAZ

REALIZADA POR ISAAC DONOSO
EL
5 DE MAYO DE 2022


Las obras de Jorge Ordaz han sido deleite e inspiración para muchos lectores que, gracias a su enorme capacidad para construir tramas humanas, se han adentrado en el fascinante mundo filipino de la mano de la intriga y la novela. Como escritor no le faltan credenciales, pues entre otros reconocimientos fue finalista del «Premio Nadal» en 1993 por la obra La Perla del Oriente, sugestiva recreación de los últimos años españoles en Filipinas y la revolución katipunera. No es el único relato que tiene ambientado en el archipiélago asiático, pues publicó igualmente Perdido edén (1998) y El fuego y las cenizas (2011). Cabe recordar también que Ordaz fue editor e introductor de la edición española del Noli me tangere aparecida en 1992, la primera impresa en España desde la publicada por Ramón Sempau en 1903.

Más allá de la simple recreación de un espacio, en este caso el filipino, como mero telón de fondo donde ubicar una trama narrativa cualquiera, Jorge Ordaz ha demostrado un exquisito compromiso con Filipinas y su cultura. La siguiente entrevista tiene como fin dar a conocer un poco más, en primera persona, a uno de los autores que más ha contribuido en las últimas décadas a recuperar la fascinación que España siempre tuvo por las islas Filipinas:


IS: ¿Dónde y cuándo nació? ¿Cómo fue su educación?

JO: Nací en Barcelona, en 1946. Me eduqué en el Colegio “La Inmaculada” de los Hermanos Maristas. El preuniversitario lo hice en el Instituto de Enseñanza Media “Jaime Balmes”.

ID: ¿Qué recuerdos de sus años de formación han podido marcar su faceta como escritor?

JO: Desde niño me gustó leer, y en casa de mis padres había bastantes libros a la hora de escoger lecturas, tanto en castellano como en catalán. Mi inclinación por la escritura seguramente se fraguó en estos años. En algún momento de mi adolescencia debí pensar que escribir podía ser una actividad tan interesante de practicar como leer. La escritura como emulación.

ID: ¿Cuándo comenzó a escribir, y qué es lo primero que publicó?

JO: Mis primeros esbozos de escritura, con ciertos visos de seriedad, son de finales de los años sesenta. Mi primera publicación (autoedición) fue
Celebración de la impostura (Oviedo, 1980), una recopilación de relatos cortos escritos y revisados a lo largo de varios años.

ID: ¿Qué géneros literarios ha cultivado?

JO: Principalmente la narrativa (novela, relatos), el ensayo literario y algo de traducción de poesía (en especial inglesa y norteamericana del siglo XX).

ID: ¿Ha podido vivir de la escritura?, ¿cuál ha sido su profesión?

JO: Nunca me planteé vivir de la escritura. Estudié Ciencias Geológicas en la Universidad de Barcelona, y en 1972 me trasladé a Oviedo, en cuya universidad he sido profesor de Petrología y Geoquímica hasta mi jubilación.

ID: ¿De dónde nació su interés por los temas filipinos?

JO: Básicamente de la curiosidad. Por saber más de una excolonia española de la que apenas se hablaba, y que parecía había sido arrumbada en una esquina de la memoria colectiva.

ID: ¿Qué textos literarios ha escrito vinculados a Filipinas?

JO: He escrito tres novelas, que vienen a formar una “trilogía filipina”: La Perla del Oriente (1993), Perdido edén (1998) y El fuego y las cenizas (2011). También el opúsculo Cuaderno de Manila (2004), notas de un viaje a Filipinas en 1998; así como artículos en prensa y revistas.

ID: Ordaz también ha realizado trabajos de edición y recuperación de la literatura filipina en español, ¿nos puede hablar de ello?

JO: Tuve el honor de hacer el prólogo y las notas a la edición de
Noli me tangere, de José Rizal, dentro de la “Biblioteca Literaria Iberoamericana y Filipina” (Ediciones de Cultura Hispánica, 1992). Hacía más de ochenta años que no se publicaba dicha novela en España.

ID: Desde un punto de vista como lector y crítico, ¿qué valoración artística y estética hace de la literatura hispanofilipina?

JO: Como lector he de reconocer que la adquisición de literatura filipina escrita en español ha sido siempre complicada y problemática. Cuando yo empecé a interesarme en los años ochenta por la literatura hispanofilipina no había en las librerías prácticamente nada. Tuve que recurrir a librerías de viejo para conseguir ediciones antiguas y descatalogadas, y aun así no era nada fácil. Hoy en día, gracias a Internet, el acceso es mucho más fácil. No obstante, las obras de escritores hispanofilipinos constituyen aun una especie de literatura invisible, fantasma. Hay que decir que, por lo general, uno no lee a autores si antes no tiene una mínima información sobre ellos. ¿Y dónde se expone actualmente la historia de la literatura filipina hecha en español, fuera del ámbito filipino? No en los manuales al uso de literatura española, que la ignoran sistemáticamente, tampoco en los de hispanoamericana, porque excede su ámbito geográfico. Tampoco la prensa suele ocuparse de ella. En este sentido es como si no existiese. En cuanto a la valoración estética y artística, de la literatura hispanofilipina, solo conozco una mínima parte de ella, pero creo que el verso está sobrerrepresentado en comparación con la prosa. Naturalmente hay nombres notables, pero por encima de todos ellos, está Rizal. Creo que la obra rizaliana es un faro inextinguible que alumbra por sí mismo toda una literatura. En el siglo XX yo destacaría a Teodoro Kalaw, Jesús Balmori, Adelina Gurrea…

ID: Usted fue uno de los primeros en novelar la Revolución filipina en español, y tratar del Katipunan en su obra La Perla del Oriente. ¿Nos puede hablar de cómo fue el trabajo de documentación, y sus propósitos al redactar la trama?

JO: El proceso de documentación para establecer el contexto histórico en el que transcurre
La Perla del Oriente, cuando las tensiones políticas entre el Archipiélago y la Metrópoli eran muy evidentes y se estaba gestando ya un ambiente pre-revolucionario, fue bastante lento. El acceso a las fuentes no fue fácil. Me ayudó mucho a este respecto el P. Isacio Rodríguez, historiador, del Convento de Agustinos Filipinos de Valladolid. También obtuve información del escritor y diplomático Pedro Ortiz Armengol. En cuanto al Katipunan en concreto, esta organización tiene un mayor protagonismo en Perdido edén, novela que sucede en torno a 1898, en plena guerra por la independencia.

ID: El personaje femenino de La Perla del Oriente es ciertamente enigmático y poderoso, ¿nos puede hablar de la inspiración para componerlo? ¿Tiene relación con el personaje de Tala en la película Los últimos de Filipinas?

JO: No tuve en cuenta una referencia concreta, literaria o cinematográfica, para modelar a Lóleng, la protagonista femenina de
La Perla del Oriente. El personaje surgió, desde el punto de físico, a partir de una fotografía de finales del siglo XIX de una bella mestiza de Iloílo. Para la caracterización psicológica me inspiré en algunas mujeres nativas que aparecen en las novelas de Joseph Conrad. El resto, pura imaginación.

ID: La novela El fuego y las cenizas posee un enorme paralelismo con la obra filipina Los pájaros de fuego del escritor Jesús Balmori. ¿Existe alguna conexión, cuál fue su inspiración para tratar el tema de la destrucción de Manila en 1945?

JO: Escribí
El fuego y las cenizas antes de que el Instituto Cervantes de Manila publicara en 2010 la novela de Balmori, en excelente edición. De hecho no supe de Los pájaros de fuego hasta hace relativamente poco. Tanto por su contenido como por su estilo me llamó poderosamente la atención. Creo que es una novela potente, que debería ser conocida por el gran público. También me sorprendió la coincidencia temática, sobre todo en la última parte, la que hace referencia a la ocupación japonesa de Manila y el asedio por los norteamericanos, así como la inclusión de la palabra “fuego” en los títulos de ambas novelas. Uno de los objetivos que me planteé a la hora de escribir El fuego y las cenizas fue contar lo que sucedió en aquellos difíciles y violentos días en la capital filipina, en especial la masacre de la colonia española por las tropas japonesas, acontecimiento extremadamente dramático que, por lo que entonces alcancé a saber, no había sido tratado en la narrativa española de ficción.

ID: ¿Qué mensaje transmite El fuego y las cenizas?

JO: La novela no pretende transmitir un mensaje en particular; aunque es claro que de la novela se desprende la inutilidad, la locura y la insensatez de la guerra, que solo conlleva dolor y destrucción. Se resume muy bien, creo yo, en la cita de Leopoldo Marechal que encabeza el libro: “La guerra ya no es un arte: es una demolición”.

ID: ¿Qué valoración hace de las novelas españolas que en las últimas décadas han aparecido de temática filipina? ¿Se puede hablar de una “novela filipinista”?

JO: No he leído todas las novelas que se han publicado recientemente en España sobre tema filipino, pero sí es cierto que ha habido un constatable aumento, sobre todo en la última década. Para mí, una “novela filipinista” sería aquella que no solo toma a Filipinas como un mero escenario físico donde ambientar un melodrama o un thriller, sino también cuya trama ahonda en la realidad del país, tanto en el pasado como en el presente.

ID: ¿Por qué cree que puede interesarle a un lector en lengua española el tema filipino?

JO: Lamentablemente, no estoy seguro de que al lector común en español de hoy en día le interese el tema filipino.

ID: ¿Ha viajado a Filipinas?, ¿cuál es su impresión de la cultura filipina?

JO: Escribí
La Perla del Oriente y Perdido edén sin haber estado en Filipinas. Viajé por primera vez (y espero que no sea la última) en 1998. Fue una estancia básicamente turística, pero suficiente para hacerme una idea de la realidad actual del país. La mezcla de tradición y modernidad, sus exuberantes paisajes, la herencia colonial que aún subsiste, sus gentes… Me fui con una gratísima impresión y con las ganas de conocer con algo más de profundidad el inmenso archipiélago. Pude contactar con gente muy amable y dispuesta a enseñarme su riqueza cultural y patrimonial, no solo la heredada de los españoles. Vi entonces un país emergente y fascinante, que celebraba con orgullo el primer centenario de su independencia.

ID: ¿Conoce o ha leído a algún escritor actual filipino?

JO: He leído a Nick Joaquín y a F. Sionil José. Personalmente solo he conocido a Ambeth R. Ocampo. Fue en 1996, en la inauguración del monumento a José Rizal en Madrid, réplica del que hay en Manila. En la recepción posterior que ofreció la embajada de Filipinas en el hotel Mindanao me lo presentó el P. Isacio Rodríguez. Creo recordar que entonces Ocampo llevaba el hábito benedictino.

ID: ¿Qué premios literarios ha recibido Jorge Ordaz?

JO: He sido finalista del premio Herralde de novela (1985), por
Prima donna; y del premio Nadal (1993), por La Perla del Oriente. En 2012 me concedieron el premio de la Crítica de Asturias por El fuego y las cenizas.

ID: ¿Qué ha publicado recientemente, y cuáles son sus actuales proyectos?

JO: Lo último que he publicado es una obra de “no ficción”,
La mariposa en el mapa, que gira en torno a la figura del escritor Frederic Prokosch; y la novela Memorias de un magnetizador, ambientada en el siglo XIX. Ambas aparecieron en 2018. En estos momentos tengo en mente un proyecto de novela que no se si llegaré a escribir.

ID: ¿Cuál es su valoración del actual panorama literario en España, cómo ve la salud de la literatura española?

No estoy suficientemente al día, en cuanto a novedades, para hacerme una idea cabal del panorama literario actual. Hay, como siempre ha habido, de todo: bueno, malo y regular. Es cierto que se escribe y se publica más que nunca, pero sospecho que las tiradas y las ventas no crecen al mismo ritmo. En cuanto a la salud de la literatura española (y de la industria editorial) creo que goza de la habitual mala salud de hierro.

Oviedo,
mayo, 2022