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Revista Filipina
Segunda Etapa. Revista semestral de lengua y literatura hispanofilipina.
2023, volumen 10, n
úmeros 1-2

RESEÑAS Y COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS


Anthony Christian Ocampo,
The Latinos of Asia: how Filipino Americans
break the rules of race.
Stanford, Stanford University Press, 2016, 264 pp.
[ISBN: 978-0-8047-9394-0]
Stacks Image 308
Eagle Rock es actualmente un barrio obrero al norte de Los Ángeles, solar del antiguo Rancho de San Rafael cuando California pertenecía a Nueva España. En este suburbio vive hoy una significativa minoría filipina, con una mayoría de población hispana de origen mexicano. Dado que el archipiélago asiático de las islas Filipinas y el territorio de la alta California formaron parte de la misma entidad política desde el siglo XVI hasta la independencia de México en 1821, parece razonable que algún vínculo común perdure después de esos tres siglos de unidad política; ello a pesar de la dramática transformación de los californios, como así narró María Amparo Ruiz de Burton (1832-1895) en sus novelas, y el reconocido genocidio contra los pueblos indígenas de California.
…..Pero en este libro no se habla de los antiguos californios, sino de los modernos californianos que, clasificados por razas y despersonalizados por el idioma inglés (que como inmigrantes todos se esforzaron, y se esfuerzan en dominar, como signo de pertenencia a la civilización de los blancos), suministran de mano de obra, cualificada o más bien barata, el sistema capitalista que se llama democracia estadounidense. The Latinos of Asia es un riguroso estudio (sociológico) sobre los sinsentidos (humanos) de las clasificaciones raciales. A ninguna democracia moderna se le ocurre en el siglo XXI clasificar a sus ciudadanos por “razas”, concepto que, siendo anacrónico, atenta igualmente contra el sentido esencial de la democracia y la igualdad. Desde la primera página Ocampo deja clara la falacia genética de las razas: “I knew the genetics argument was bogus. Anyone who’s taken Introduction to Sociology knows that race is a social construction, not a genetic one” (p. 2). Por lo tanto la racialización, o bien es obra del legislador (como es el caso, con políticas que inciden en la desigualdad, más que en la igualdad), o bien percepción grupal o individual. Aquí radica el segundo propósito de la obra de Ocampo: mostrar y demostrar los problemas individuales cuando el grupo interioriza y asume unos modelos raciales impuestos por el legislador. A través de más de ochenta entrevistas realizadas a filipinos residentes en Eagle Rock y en Carson, Ocampo confronta a los entrevistados con una pregunta, el momento en que en algún documento oficial (licencia de conducir, matrícula universitaria, etc.) el filipino debe de marcar con una equis su raza en el listado oficial de razas estadounidenses: blanco, negro, hispano, asiático, isleño del Pacífico, nativo y otro. Enfrentado a la exigencia burocrática y al limitado margen de elección, el filipino se interroga sobre su naturaleza racial, y si encaja en el lugar que el legislador le ha asignado (en este caso “Asian American”).
…..En las últimas décadas el sistema racial estadounidense se ha fracturado al incluir “hispano de cualquier raza”, y “blanco no hispano”, ya que en la etiqueta “hispano” entraría población con diferente color de piel, pero unificados por una unidad de cultura. El sistema de la Oficina del Censo de los Estados Unidos por lo tanto comienza a reconocer la falacia de la clasificación racial, y a admitir que la raza es culturalmente construida. Aquí es donde incide el análisis de Anthony Ocampo, al problematizar, con casos particulares, el lugar que a la comunidad filipina le corresponde: bien por espacio geográfico (asiático), o bien por afinidad cultural (hispano). El autor lo hace a través de la vida de los entrevistados, desde la primera consideración como individuo dentro del propio grupo filipino, hasta los momentos en que el individuo debe manifestarse grupalmente, en la escuela, en el patio, en el barrio, en las amistades. El capítulo 5 trata de desmontar en este sentido uno de los prejuicios que muchos filipinos mantienen en Eagle Rock y Carson, su excelencia académica como fruto de pertenecer a la categoría racial asiático-americano (Asian American). Con reseñable claridad, Ocampo revela las carencias pedagógicas del sistema de educación pública, que divide a los alumnos en niveles (Tracking System), que al final se traduce en una segregación racial, muchas veces arbitraria, según lo que el docente espera del alumno según su raza. Aquí los filipinos reciben trato de favor por ser asiático-americanos, en lugar de la apatía con la que el profesorado atiende a otros grupos raciales, sobre todo latinos y negros (p. 123). No sucede lo mismo en escuelas privadas, con reducido número de alumnos y sin segregación por niveles, donde filipinos y latinos comienzan a rompen las expectativas en cuanto al círculo (racial) de amistades. Comienzan las dudas grupales, y así algunos filipinos son confundidos por latinos al tener apellidos, por tener fenotipos morenos, mestizos, en lugar de ojos rasgados y piel blanca como otros asiáticos.
…..Al llegar a la universidad el problema racial se hace más evidente, dado que los estudiantes de origen chino y otros asiático-americanos obtienen los grados más altos, mientras que el fracaso académico de los filipinos se dispara. Todo conduce a replantear si la naturaleza asiática de los filipinos es el elemento fundamental para delimitar la pertenencia racial que el legislador impone, o si la orientación predominantemente familiar, católica, así como la antroponimia, la comida y la cultura hispánica compartida de filipinos y latinos tiene más sentido a la hora de buscar pertenencias. En efecto, los matrimonios mixtos (p. 208), y el desarrollo de una comunidad “mexipino”, parecen mostrar que en la California actual, cuando el filipino es obligado a definirse, sólo le falta hablar español, pues todos los demás elementos los posee compartidos con otros individuos racialmente categorizados como “latinos”.
…..Estamos delante de un libro riguroso, valiente, con una gran agudeza sociológica y una gran elegancia a la hora de contrastar y exponer las ideas, ideas problemáticas y de difícil asunción en un país que sigue dando enorme importancia al color de la piel. Tomando como ejemplo del antipoleño José Antonio Vargas, que públicamente manifestó su situación de indocumentado, a pesar de haber ganado el premio Pulitzer, Anthony Ocampo nos demuestra en este libro las falacias del legislador (“the rules of races”), cuando en la burbuja de Eagle Rock conviven filipinos y mexicanos. No se trata de un libro sobre colonialismo, como el autor declara, sino de pueblos que han sido colonizados, y día a día se van descubriendo.

ISAAC DONOSO